Una Celebración de Identidad y Cultura: 500 Años de Santa Marta

 Una Celebración de Identidad y Cultura: 500 Años de Santa Marta




El pasado lunes 7 de abril, los estudiantes de Diseño Digital, Comunicación Social y Marketing y negocios Internacionales tuvimos la oportunidad de participar en una experiencia que no solo nos llenó de orgullo, sino que también nos permitió conectarnos con nuestras raíces más profundas: la celebración de los 500 años de fundación de Santa Marta. Este evento, organizado con esmero por diversas instituciones educativas, reunió a estudiantes, docentes y ciudadanos en general para rendir homenaje a una ciudad llena de historia, cultura y tradición.

Desde muy temprano, los preparativos comenzaron a tomar forma. Nosotros, como estudiantes voluntarios, asumimos diversas tareas logísticas fundamentales para el buen desarrollo del evento. Entre ellas, se destacó la compra de elementos esenciales como hielo y café, además de brindar apoyo en la organización de las actividades, la disposición de los espacios y la coordinación general. Estas labores, aunque a primera vista puedan parecer menores, fueron vitales para que cada detalle del evento se desarrollara sin contratiempos.

La jornada transcurrió en un ambiente festivo y lleno de emoción. La celebración se caracterizó por una amplia variedad de manifestaciones culturales que llenaron de vida el escenario. Hubo danzas folclóricas, presentaciones musicales, exposiciones artísticas y, como toque especial, la participación de un vibrante grupo de tambora que animó a todos los presentes. La música de tambores resonó en cada rincón, recordándonos las raíces africanas que tanto han enriquecido la cultura del Caribe colombiano.

Uno de los aspectos más conmovedores de la celebración fue ver la participación activa de niños, jóvenes y adolescentes de diferentes colegios de Santa Marta. Desde los más pequeños hasta los mayores, todos mostraron un entusiasmo genuino al ser parte de las distintas actividades. En una época donde las nuevas generaciones están frecuentemente absorbidas por la tecnología y la inmediatez de lo digital, fue especialmente alentador ver su compromiso y amor por nuestras tradiciones.

Ver a niños de corta edad interpretar danzas tradicionales o entonar canciones típicas fue un recordatorio poderoso de que nuestra cultura sigue viva. Asimismo, la participación de los adolescentes, quienes muchas veces son catalogados como apáticos frente a los temas culturales, demostró que cuando se les brinda un espacio de expresión y se les involucra activamente, su respuesta puede ser increíblemente positiva.

Como estudiante de Comunicación Social, cuya formación me lleva a valorar y analizar la cultura en todas sus dimensiones, puedo afirmar que este evento no solo fue una fiesta, sino también una lección profunda sobre la importancia del sentido de pertenencia. La cultura no es un adorno ni una simple tradición que se recuerda en fechas especiales; es el tejido que nos define, que nos da identidad y que comunica al mundo quiénes somos y de dónde venimos.

Durante la jornada, además de las presentaciones artísticas, se realizaron exposiciones de fotografía y arte que contaban historias de Santa Marta a lo largo de los siglos. Era fascinante recorrer estas galerías improvisadas y ver cómo la ciudad ha evolucionado, pero también cómo ha logrado conservar elementos esenciales de su espíritu caribeño y acogedor. Las imágenes de antaño, las ilustraciones de paisajes emblemáticos y los retratos de personajes históricos creaban un puente entre el pasado y el presente.

No puedo dejar de destacar la dedicación de los docentes que, junto con sus estudiantes, trabajaron incansablemente para preparar cada presentación. El amor, la entrega y el empeño que pusieron en cada ensayo, en cada vestuario, en cada coreografía, se reflejaron en la calidad y emotividad de cada acto. Su compromiso nos recordó que la educación no solo se da en las aulas, sino también en la transmisión de valores culturales y en la formación de ciudadanos conscientes de su herencia histórica.

Participar en esta conmemoración me hizo reflexionar sobre el rol fundamental que juega la cultura en la construcción de una sociedad. En un mundo globalizado, donde las tendencias extranjeras a menudo opacan nuestras expresiones locales, preservar y promover nuestra cultura se convierte en un acto de resistencia y afirmación. Celebraciones como esta fortalecen nuestra identidad colectiva y nos enseñan a valorar nuestras raíces, nuestra diversidad y nuestras tradiciones.

Además, el evento demostró que la cultura no está reñida con la juventud ni con la modernidad. Todo lo contrario: los jóvenes, cuando se les invita y se les da voz, son capaces de apropiarse de sus tradiciones de maneras frescas y renovadoras. La energía, la creatividad y la pasión que mostraron en cada actividad son prueba de que la cultura no es estática, sino un elemento vivo que se transforma y se enriquece con cada generación.

En lo personal, vivir esta experiencia renovó en mí el compromiso de seguir trabajando por la difusión y preservación de nuestro patrimonio cultural. Como futura comunicadora social, entiendo que mi labor no solo consistirá en informar, sino también en ser una narradora de las historias que definen a nuestro pueblo. Historias que merecen ser contadas y transmitidas para que nunca caigan en el olvido.

La celebración de los 500 años de Santa Marta fue, sin duda, una jornada inolvidable. No solo porque conmemoramos cinco siglos de historia, sino porque logramos hacerlo de una manera genuina, vibrante y profundamente humana. Nos recordó que la cultura es vida, que la identidad es un tesoro que debemos cuidar, y que el sentido de pertenencia es una fuerza poderosa que puede unir generaciones y comunidades enteras.

Hoy, más que nunca, me siento orgullosa de ser samaria y colombiana. Este evento me reafirmó la importancia de valorar nuestras tradiciones y de seguir construyendo, desde nuestras propias raíces, un futuro más consciente, más inclusivo y más humano. Porque la cultura no es solo un reflejo de nuestro pasado, sino también la semilla de lo que seremos mañana.

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