UN ENCUENTRO CON LO ESENCIAL

 Un encuentro con lo esencial



Recientemente asistí a una actividad universitaria que, sin esperarlo, terminó dejando una huella profunda en mí. Fue un encuentro en torno a Fratelli Tutti, un texto del Papa Francisco que habla sobre la fraternidad y la amistad social. No sabía muy bien con qué me iba a encontrar, pero me llevé más de lo que imaginaba: no solo aprendí, también me sentí tocada a nivel personal.

La dinámica fue diferente a lo habitual. No era una conferencia con un solo expositor, sino un espacio de participación colectiva. Estudiantes, docentes e incluso algunos padres de familia tuvimos la oportunidad de compartir lo que nos había transmitido cada capítulo. Eso hizo que la conversación fluyera de forma auténtica, con múltiples voces y formas de sentir.

A medida que hablaban, noté algo muy bonito: todos coincidíamos en la importancia de valores como la empatía, el respeto y la solidaridad, pero cada quien lo expresaba desde su historia, desde lo que ha vivido. Lo más especial fue que no se trató solo de analizar un libro, sino de ponerlo en diálogo con la vida real.

Los temas que se tocaron son profundamente humanos. Se habló sobre cómo construir relaciones más sanas, cómo entender al otro sin prejuicios, cómo mirar más allá de las diferencias. Hubo un momento que me marcó especialmente: cuando se reflexionó sobre el perdón. Entendí que perdonar no es borrar lo que pasó, sino liberar el corazón para poder seguir adelante sin rencores.

Al final, una madre de familia tomó la palabra para cerrar el evento con una oración. Fue un momento muy emotivo, que nos recordó que, más allá de lo académico, también necesitamos espacios para conectarnos espiritualmente, para agradecer y para pedir por un mundo más justo y compasivo.

Salir de ese espacio me dejó con muchas ideas, pero también con muchas emociones. Me hizo pensar en cómo estoy actuando en mi día a día, en cómo me relaciono con los demás, y en la importancia de cultivar una mirada más abierta, más amorosa.

Este tipo de actividades me confirman que la universidad no solo forma profesionales, sino también personas. Personas que piensan, sienten, y que pueden aportar desde su humanidad. Me alegra haber estado ahí. Fue una experiencia que, sin duda, me invitó a crecer por dentro.

A veces no necesitamos grandes discursos para entender lo esencial. Basta con detenernos, escuchar al otro y permitir que una palabra, una experiencia o una oración nos recuerden que todos estamos llamados a lo mismo: vivir con más humanidad. Que nunca dejemos de buscar espacios donde podamos aprender no solo con la mente, sino también con el corazón.

Comentarios